Lea el texto y conteste las preguntas:
Tuñón de Lara, Manuel (1986): España: la quiebra de 1898, Madrid, SARPE, p. 25‑26.
Fácil
no es adelantar que las grietas que iban abriéndose en el sistema
tradicional se ahondaron hasta producir una especie de seísmo
en 1898, es decir, cuando el Estado español pasó por el trance de
perder los restos de su imperio colonial. 1898 sirve de punto de
referencia, para fijar la crisis que se abre. Crisis que es evidente
en lo que se refiere al sistema colonial sobre el que todavía se
apoyaba gran parte de la vieja España, de donde procede un «saneado»
sector de la acumulación primitiva del capitalismo español; pero
también la permanencia de aquellas colonias galvanizaba la
“ideología de consolación” que daba una falsa conciencia de
dominadores y «civilizadores» cuando en realidad se estaba en una
situación marginal a la Europa de entonces. La crisis era también
el sistema político de la Restauración, en cuanto a él Incumbía
la responsabilidad de haber dirigido el país durante un cuarto de
siglo. Las catástrofes navales de Cavite y Santiago, el armisticio
de agosto de 1898, el tratado de París de diciembre del mismo año,
son como el fulminante que transforma la crisis potencial en crisis
efectiva y abierta. Dicho de otro modo: la crisis estructural
existente (crisis latente, como son siempre las estructurales) se
transformaba en crisis abierta, en coyuntura conflictiva, al
aplicársele el «detonador» de los acontecimientos de 1898. El 98
marca, pues, un punto de ruptura, sobre todo en dos aspectos
esenciales: a)El dominio colonial b)La hegemonía ideológica de la
oligarquía. He aquí dos hechos históricos que cesarán de tener
vigencia a partir de aquella coyuntura.
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