jueves, 7 de junio de 2018

Comentario de texto




Tuñón de Lara, Manuel (1986): España: la quiebra de 1898, Madrid, SARPE, p. 25‑26.

Fácil no es adelantar que las grietas que iban abriéndose en el sistema tradi­cional se ahondaron hasta producir una especie de seísmo en 1898, es decir, cuando el Estado español pasó por el trance de perder los restos de su imperio colonial. 1898 sirve de punto de referencia, para fijar la crisis que se abre. Crisis que es evidente en lo que se refiere al sistema colonial sobre el que todavía se apoyaba gran parte de la vieja España, de donde procede un «saneado» sector de la acumulación primitiva del capitalismo español; pero también la permanencia de aquellas colonias galvanizaba la “ideología de consolación” que daba una falsa conciencia de dominadores y «civilizadores» cuando en realidad se estaba en una situación marginal a la Europa de entonces. 

1. Descripción de la fuente

2. Identificación de las ideas 

Tema: Características de la industrialización en la España decimonónica



Tema: Características básicas de la industrialización en la España decimonónica
¿Por qué se hace tantas veces referencia al denominado “fracaso” de la revolución o industrial en España?

            En España a lo largo del siglo XIX se fue estableciendo el régimen liberal, tanto desde el punto de vista político como social, económico y cultural. En el orden económico, España era todavía un país agrario a mediados de la centuria, y la industria luchaba lentamente por salir de la etapa de la simple manufactura, con instrumentos y técnicas de producción arcaicas y bajo el control de los gremios o del Estado.
            El proceso de industrialización español atraviesa tres fases: una de estancamiento de 1808 a 1830, un segundo momento de arranque de la nueva industria de 1830 a 1854 y un nuevo periodo desde 1855, hasta 1881, en el que ya se consolida la industrialización de algunas zonas.
            La situación política  y económica de 1793 a 1824 incidió negativamente en el arranque industrial iniciado en Cataluña. Las crisis agrarias, las epidemias, el empobrecimiento de la población, las guerras continuas y el colapso comercial por la pérdida de las  colonias de América provocaron la decadencia de las pequeñas fábricas de Cataluña o de la sedería valenciana. Los síntomas de recuperación no aparecieron hasta los últimos años del reinado de Fernando VII, cuando se impuso una política proteccionista que prohibía la introducción de tejidos de algodón extranjeros, lo cual favorecía a los industriales catalanes, y se inició la explotación del carbón asturiano.
A partir de 1830 comenzó el arranque de la industria, dentro de una coyuntura económica favorable a pesar de la  primera guerra carlista, las repercusiones de la crisis de 1846-48 y del bajo nivel de vida de la población española que le impedía adquirir productos industriales.
 La industria española se concentró en tres sectores: la industria textil algodonera catalana, la siderúrgica vasca y la minería del carbón asturiano.

a) Industria algodonera catalana: recibió un gran empuje en las décadas de 1840 y 1850  por la política proteccionista del Estado (aranceles de 1841 y 1849), por la introducción de maquinaria y patentes inglesas y por la inversión de capitales procedentes del comercio colonial. Se sustituyó el  telar manual por el mecánico y se introdujo la máquina de vapor. Las fábricas se concentraron en Barcelona y su comarca, en el campo de Tarragona, en Manresa y en cuencas del Llobregat y del Ter. La instalación de grandes fábricas, donde trabajan un gran número de obreros, de  mujeres y de niños, en condiciones muy duras y por un salario bajo, provocaron muy pronto agitaciones y protestas. A partir de 1861, debido a la guerra de Secesión de los Estados Unidos de América (falta de algodón)  la industria catalana entró en crisis hasta 1871; a partir de esa fecha se fue recuperando gracias sobre todo a la concesión del mercado cubano en forma de monopolio, por lo que su pérdida (1898) supuso un duro golpe y un retroceso para la industria textil catalana.

b) Industria siderúrgica vasca: la industria siderúrgica se localizó primero en Málaga y Marbella, y dependía de  la demanda de la industria algodonera, del ferrocarril y de la  agricultura;  pero a partir de los años sesenta su decadencia fue total por la falta de carbón vegetal barato. El centro siderúrgico se desplazó al norte: la siderurgia asturiana disponía de su propio carbón y el País Vasco lo importaba barato de Inglaterra. A partir de 1870 la siderurgia se centró en torno al hierro de Bilbao por varias razones: extraordinaria calidad del hierro, capital para invertir procedente de las exportaciones a Inglaterra, las demandas de la industria naval española y de otras industrias, la instalación de altos hornos por familias vascas adineras y la sustitución del hierro por el acero a partir de 1890.
            En las últimas décadas del siglo XIX se impulsaron otras industrias como la química (colorantes), la eléctrica (alumbrado público), las harineras, las vinícolas, etc.
            Un elemento decisivo para el desarrollo económico  fue el ferrocarril, que a partir de 1855 (Ley de ferrocarriles) cobró un  nuevo despegue con la construcción de más de 5.000 kilómetros de vías (compañías de capital francés) que permitieron mejorar la comunicación, crear un auténtico mercado nacional tan importante para la distribución de los productos agrarios e industriales.
           
            Sin embargo, la industrialización de España fue lenta en comparación con otros países de Europa Occidental. ¿Por qué? Los historiadores apuntan las siguientes razones

1.      El bajo nivel de vida de la población española, en especial la población rural, carente del poder adquisitivo para comprar productos industriales, pues el 70% de la población activa trabajaba en la agricultura y su nivel de vida era muy bajo.

  1. Inexistencia de un mercado uniforme a nivel nacional, hasta la construcción de una red viaria que facilitara las relaciones comerciales entre el interior y la periferia y favoreciera la compra-venta de productos extranjeros a través de los puertos españoles.

  1. La decisión de los poseedores del capital (sobre todo la burguesía) de invertir en empresas no industriales hasta las últimas décadas del siglo XIX. Se consideraba más rentable y seguro comprar bienes desamortizados, acciones y obligaciones de los ferrocarriles o Títulos de la Deuda. Las inversiones fueron fundamentalmente de extranjeros y se dirigieron, sobre todo, a la construcción ferroviaria.

  1. La ausencia o insuficiencia de una política  que fomentara la industria nacional. La Política Proteccionista a la industria existente fue inoperante en una época en que los cambios técnicos fueron constantes y necesarios.

  1. La carencia de tecnología propia, que obligó a la importación de maquinaria extranjera, y la escasa producción energética (carbón) tampoco facilitaron la industrialización.

Para concluir sólo podemos decir que al iniciarse el siglo XX, España seguía siendo un país fundamentalmente agrario, en el que cerca de un 70% de la población activa trabajaba en la agricultura o ganadería, mientras que la población empleada en la industria era tan solo el 16%, concentrada sobre todo en Cataluña y su industria textil, y en el País Vasco y la siderurgia, y en otras ciudades de la periferia española.