Tema:
Características básicas de la industrialización en la España decimonónica
¿Por qué se hace tantas veces referencia al
denominado “fracaso” de la revolución o industrial en España?
En España
a lo largo del siglo XIX se fue estableciendo el régimen liberal, tanto desde
el punto de vista político como social, económico y cultural. En el orden
económico, España era todavía un país agrario a mediados de la centuria, y la
industria luchaba lentamente por salir de la etapa de la simple manufactura,
con instrumentos y técnicas de producción arcaicas y bajo el control de los
gremios o del Estado.
El
proceso de industrialización español atraviesa tres fases: una de estancamiento
de 1808 a
1830, un segundo momento de arranque de la nueva industria de 1830 a 1854 y un nuevo
periodo desde 1855, hasta 1881, en el que ya se consolida la industrialización
de algunas zonas.
La
situación política y económica de 1793 a 1824 incidió
negativamente en el arranque industrial iniciado en Cataluña. Las crisis
agrarias, las epidemias, el empobrecimiento de la población, las guerras
continuas y el colapso comercial por la pérdida de las colonias de América provocaron la decadencia
de las pequeñas fábricas de Cataluña o de la sedería valenciana. Los síntomas
de recuperación no aparecieron hasta los últimos años del reinado de Fernando
VII, cuando se impuso una política proteccionista que prohibía la introducción
de tejidos de algodón extranjeros, lo cual favorecía a los industriales
catalanes, y se inició la explotación del carbón asturiano.
A partir de 1830 comenzó el
arranque de la industria, dentro de una coyuntura económica favorable a pesar
de la primera guerra carlista, las
repercusiones de la crisis de 1846-48 y del bajo nivel de vida de la población
española que le impedía adquirir productos industriales.
La industria española se concentró en tres
sectores: la industria textil algodonera catalana, la siderúrgica vasca y la
minería del carbón asturiano.
a) Industria algodonera catalana: recibió un gran empuje
en las décadas de 1840 y 1850 por la
política proteccionista del Estado (aranceles de 1841 y 1849), por la
introducción de maquinaria y patentes inglesas y por la inversión de capitales
procedentes del comercio colonial. Se sustituyó el telar manual por el mecánico y se introdujo
la máquina de vapor. Las fábricas se concentraron en Barcelona y su comarca, en
el campo de Tarragona, en Manresa y en cuencas del Llobregat y del Ter. La
instalación de grandes fábricas, donde trabajan un gran número de obreros, de mujeres y de niños, en condiciones muy duras
y por un salario bajo, provocaron muy pronto agitaciones y protestas. A partir
de 1861, debido a la guerra de Secesión de los Estados Unidos de América (falta
de algodón) la industria catalana entró
en crisis hasta 1871; a partir de esa fecha se fue recuperando gracias sobre
todo a la concesión del mercado cubano en forma de monopolio, por lo que su
pérdida (1898) supuso un duro golpe y un retroceso para la industria textil
catalana.
b) Industria siderúrgica vasca: la industria siderúrgica
se localizó primero en Málaga y Marbella, y dependía de la demanda de la industria algodonera, del
ferrocarril y de la agricultura; pero a partir de los años sesenta su
decadencia fue total por la falta de carbón vegetal barato. El centro
siderúrgico se desplazó al norte: la siderurgia asturiana disponía de su propio
carbón y el País Vasco lo importaba barato de Inglaterra. A partir de 1870 la
siderurgia se centró en torno al hierro de Bilbao por varias razones:
extraordinaria calidad del hierro, capital para invertir procedente de las
exportaciones a Inglaterra, las demandas de la industria naval española y de
otras industrias, la instalación de altos hornos por familias vascas adineras y
la sustitución del hierro por el acero a partir de 1890.
En las
últimas décadas del siglo XIX se impulsaron otras industrias como la química
(colorantes), la eléctrica (alumbrado público), las harineras, las vinícolas,
etc.
Un
elemento decisivo para el desarrollo económico
fue el ferrocarril, que a partir de 1855 (Ley de ferrocarriles) cobró
un nuevo despegue con la construcción de
más de 5.000
kilómetros de vías (compañías de capital francés) que
permitieron mejorar la comunicación, crear un auténtico mercado nacional tan
importante para la distribución de los productos agrarios e industriales.
Sin
embargo, la industrialización de España fue lenta en comparación con otros
países de Europa Occidental. ¿Por qué? Los historiadores apuntan las siguientes
razones
1.
El bajo nivel de vida de la población española, en
especial la población rural, carente del poder adquisitivo para comprar
productos industriales, pues el 70% de la población activa trabajaba en la
agricultura y su nivel de vida era muy bajo.
- Inexistencia de un mercado uniforme a nivel nacional, hasta la construcción de una red viaria que facilitara las relaciones comerciales entre el interior y la periferia y favoreciera la compra-venta de productos extranjeros a través de los puertos españoles.
- La decisión de los poseedores del capital (sobre todo la burguesía) de invertir en empresas no industriales hasta las últimas décadas del siglo XIX. Se consideraba más rentable y seguro comprar bienes desamortizados, acciones y obligaciones de los ferrocarriles o Títulos de la Deuda. Las inversiones fueron fundamentalmente de extranjeros y se dirigieron, sobre todo, a la construcción ferroviaria.
- La ausencia o insuficiencia de una política que fomentara la industria nacional. La Política Proteccionista a la industria existente fue inoperante en una época en que los cambios técnicos fueron constantes y necesarios.
- La carencia de tecnología propia, que obligó a la importación de maquinaria extranjera, y la escasa producción energética (carbón) tampoco facilitaron la industrialización.
Para
concluir sólo podemos decir que al iniciarse el siglo XX, España seguía siendo
un país fundamentalmente agrario, en el que cerca de un 70% de la población
activa trabajaba en la agricultura o ganadería, mientras que la población
empleada en la industria era tan solo el 16%, concentrada sobre todo en
Cataluña y su industria textil, y en el País Vasco y la siderurgia, y en otras
ciudades de la periferia española.
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