domingo, 6 de diciembre de 2015

PROBLEMAS DEL SEXENIO


 
1. GUERRA DE CUBA (1868-78)

De los restos del Imperio colonial español -Cuba, Puerto Rico, Filipinas e Islas Carolinas- Cuba, por su desarrollo demográfico (1.350.000 habitantes en 1862) y económico  (producción de tabaco y caña de azúcar),  era la más preciada de las colonias (la “Joya de la Corona”). La Guerra de los Diez Años, también conocida como Guerra del 68 o Guerra Larga (1868-1878), fue la primera guerra de independencia cubana contra las fuerzas reales españolas. Tuvo un carácter anticolonialista, antiesclavista y de liberación nacional. La guerra comenzó con el Grito de Yara, en la noche del 9 al 10 de octubre de 1868, capitaneada por Carlos Manuel Céspedes. Su foco principal se situó en la parte oriental  de la isla, más pobre y atrasada,  y contó con dos grandes líderes Antonio Maceo y Máximo Gómez. Los independentistas cubanos se oponían al monopolio comercial español, al pago de elevados impuestos, a que no se les permitiese ocupar cargos públicos, y pedían el fin de la esclavitud con una indemnización.  Terminó diez años más tarde con la Paz de Zanjón o Pacto de Zanjón, que establece la capitulación del Ejército Independentista Cubano frente a las tropas españolas. Este acuerdo no garantizaba ninguno de los dos objetivos fundamentales de dicha guerra: la independencia de Cuba, y la abolición de la esclavitud.

2. TERCERA GUERRA CARLISTA (1872-76)

En 1868 el nuevo pretendiente carlista, Carlos VII, publicó un manifiesto en el que exponía sus ideas, entre ellas la de constituir unas Cortes de estructura tradicional y promulgar una Constitución o carta otorgada, así como realizar una política económica proteccionista. Tras el destronamiento de Isabel II, el carlismo se organizó como una fuerza política legal en el nuevo régimen. En las elecciones de 1871, el partido carlista, la Comunión Católica-Monárquica, consiguió alrededor de 50 diputados y 30 senadores.  Carlos VII, con la elección de  Amadeo I, vio peligrar la posibilidad de una restauración borbónica en cualquiera de las dos ramas y alarmado por la pérdida de diputados en las elecciones de 1872, optó por la vía bélica y el 21 abril de 1872 dio comienzo a la Tercera Guerra Carlista, primero contra Amadeo y, tras su abdicación, contra la República y finalmente contra Alfonso XII, hijo de Isabel II, proclamado rey por el general Martínez Campos en Sagunto. La guerra se desarrolló sobre todo en las Provincias Vascongadas y Navarra, Cataluña y en menor medida en Valencia y Aragón. La guerra finalizó en 1876 con la conquista de Estella, la capital carlista y la huida a Francia del pretendiente. Hubo algunos intentos posteriores de sublevación, aprovechando el descontento por la pérdida de las posesiones ultramarinas en 1898, pero no tuvieron éxito.

3. MOVIMIENTO OBRERO

La lenta industrialización española explica la debilidad del movimiento obrero hasta el sexenio democrático. En 1860 había en torno a ciento cincuenta mil obreros industriales en el país, más de la mitad de los cuales vivía en Cataluña. No obstante, ya desde la década de 1830 nacieron algunas asociaciones, como las “sociedades de auxilio mutuo”; se produjeron algunas protestas de carácter ludita, como los conflictos en 1835 en la fábrica “El Vapor” en Barcelona, o las protestas contra las “selfactinas” en 1854.
Estas primera manifestaciones del movimiento obrero fueron duramente reprimidas por los gobiernos de la época. A partir de 1868 se produjo el auge del asociacionismo obrero por dos razones: reconocimiento del derecho de asociación en la Constitución de 1869 y la activa propaganda de la AIT o Primera Internacional, fundada en Londres en 1864 bajo la influencia de Marx y Engels.Las nuevas libertades permitieron la creación de la Sección Española de la A.I.T. Su fundación se debió al impulso del anarquista italiano Giuseppe Fanelli. Desde un principio en los "internacionalistas" españoles hubo un predominio de la ideología anarquista, inspirada en el pensamiento de Bakunin. Como era de esperar por su mayor grado de industrialización, el movimiento anarquista tuvo un mayor desarrollo en Cataluña. Por otro lado, Paul Lafargue, yerno de Marx, vino a nuestro país a propagar las ideas del marxismo. En 1872, se creó un pequeño grupo madrileño que poco después daría lugar al PSOE. En España la presencia de anarquistas es superior a la de socialistas, como quedó claro en el Congreso de Córdoba de 1872-73.
4. LA INSURRECCIÓN CANTONALISTA (1873)
La insurrección cantonalista fue un movimiento político y social de escasa duración -apenas un mes-, salvo en el caso del cantón de Cartagena- pero el desorden que generó, constituyó uno de los principales factores del fracaso de la Primera República. La rebelión comenzó en julio de 1873 con la proclamación del cantón de Cartagena, durante la presidencia de Pi i Margall. Los cantonalistas de Cartagena llegaron a proclamar un Gobierno provisional de la Federación Española y declararon la guerra a Madrid.
El movimiento se extendió rápidamente y se organizaron cantones por toda la Península, en especial en la zona de Levante y Andalucía. Los cantones más importantes fueron los de Cádiz, Algeciras, Tarifa, Sevilla, Loja, Salamanca, Granada y sobre todo Cartagena.
Desde un punto de vista ideológico, resulta bastante difícil establecer un ideario común a los diferentes cantones; el cantonalismo fue la expresión de la radicalización del federalismo y del movimiento obrero. Consistió en la declaración de Estados independientes de diversas ciudades españolas. Se trataba de la República desde abajo, que luego se unirían en la Federación Española. La mayoría de los cantones suprimieron monopolios, reconocieron el derecho al trabajo, la jornada de ocho horas y terminaron con los impuestos sobre consumo (derecho de puertas). Los cantones fueron alentados por los anarquistas, socialistas y los republicanos intransigentes. Lo que mejor definió a algunos cantones sublevados fue la intención de impulsar una auténtica revolución social, con métodos radicales, pero con un acusado carácter localista y espontáneo, a menudo falto de organización. Los cantones fueron  reprimidos por el ejército y, durante la presidencia de Salmerón, fueron cayendo uno a uno, sólo el cantón de Cartagena consiguió resistir hasta enero de 1874, cuando Martínez Campos y Manuel Pavía lo ocuparon militarmente. Una de las consecuencias de la Revolución Cantonal fue  provocar la dimisión de Pi i Margall como presidente de la República y la de  Salmerón, que dimitió para no firmar  penas de muerte de cantonalistas  impuestas por la autoridad militar.
             
           

 









No hay comentarios:

Publicar un comentario