domingo, 22 de mayo de 2016

EL LIBERALISMO



EL LIBERALISMO (IDEARIO Y CORRIENTES) Y LA OPOSICIÓN AL MISMO


            El liberalismo es una corriente de pensamiento político, económico y social que  aboga  por el desarrollo de las libertades individuales, el progreso de la sociedad, y el establecimiento de un Estado en el que todos los seres humanos estén sometidos a las mismas  leyes.
             El liberalismo aspira a la eliminación de las características propias del Antiguo Régimen, a la vez que pretende construir otra sociedad basada en los principios liberales.
            En lo político, la Constitución se erige como la norma reguladora de la vida pública. Se rechaza la monarquía absoluta y se apuesta por la monarquía constitucional. Se eliminan los privilegios de la nobleza y el clero, así como el régimen señorial. Se proclaman los derechos del individuo y la soberanía nacional, se establece la división de poderes y el sufragio universal (masculino). Se formula la nación como conjunto de los españoles, con igualdad de derechos políticos y como depositaria de la soberanía nacional. El liberalismo aboga por un Estado unitario y centralizado.
            En lo económico, defiende la propiedad privada libre y plena, se rechazan los bienes vinculados (mayorazgos) y los comunales, se aspira a la libertad de comercio e industria, a la libertad de contratación de los trabajadores y a la fiscalidad común. No se rechaza la religión, pero se tiende a limitar el poder económico de la Iglesia y aflora el anticlericalismo.
            En 1808 estalló en España la Guerra de la Independencia contra el ejército francés de Napoleón Bonaparte. Esta guerra permitió iniciar el primer proceso constitucional de la historia de España. La obra más importante de las Cortes de Cádiz fue la Constitución de 1812, que establecía por primera vez en España una monarquía constitucional. Se abolieron los derechos feudales, la Inquisición, la Mesta, la tortura; se promulgó la libertad de prensa, la libertad de trabajo, se suprimieron las pruebas de nobleza y de limpieza de sangre. Se estableció la Milicia Nacional, fuerza de civiles armados para defender el nuevo orden constitucional. También se inició una primera desamortización de los bienes del clero; y  se transformó en  propiedad privada los bienes de propios, realengos y baldíos de propiedad municipal.
            En las Cortes de Cádiz se impuso la ideología liberal, cuyos rasgos pueden resumirse en el rechazo de las formas absolutas de poder; el traspaso de la soberanía del rey a la nación y la defensa de las libertades individuales y el derecho de propiedad privada.
            Sin embargo, las reformas recogidas en esa Constitución tuvieron escasa vigencia, pues Fernando VII abolió la obra legislativa de 1812 en mayo de 1814 al volver a España. Inició una dura represión contra los liberales y obligó a muchos de ellos a exiliarse, y restauró el Antiguo Régimen. Los pronunciamientos militares durante los seis primeros años del reinado de Fernando VII (1814-1820) fueron frecuentes para reponer el sistema constitucional. Uno de esos pronunciamientos, el de Rafael Riego en enero de 1820, dio paso a una nueva etapa, el Trienio liberal. El rey tuvo que acatar la Constitución de 1812. Pero dos problemas dificultaron la labor de los gobiernos liberales: por una parte, la actitud reaccionaria del propio monarca, y por otra parte, la división del grupo liberal en dos facciones, la moderada,  partidarios de entenderse con el rey, sufragio censitario, defensa de la propiedad y el orden,  y la exaltada o radical,  que pedía soluciones más radicales como el sufragio universal, la libertad de opinión, el control parlamentario del gobierno y la aplicación avanzada de la Constitución.  Nacía el germen de los partidos políticos que, junto a las Sociedades Patrióticas, centros de reunión y de discusión política, preparaban el clima de lucha ideológica del siglo XIX.

             Con la muerte de Fernando VII en 1833 comienza la decisiva transformación de la sociedad española con la implantación del Estado liberal.
            La ley de la Pragmática Sanción impuesta por el monarca en contra de los partidarios de su hermano, Carlos Mª Isidro, posibilita la subida  al trono de Isabel II. Desde ese momento España se divide en dos grandes grupos: los partidarios de Isabel y su madre, la regente Mª Cristina, (llamados cristinos o isabelinos), representantes del liberalismo,  y los que apoyan a Carlos Mª Isidro (los carlistas), defensores del absolutismo y de los privilegios.  El carlismo se caracteriza por su antiliberalismo, niega la soberanía nacional y defiende el sistema foral frente a la centralización liberal. Los carlistas encontraron apoyo en el medio rural, donde las masas campesinas fueron el principal apoyo social; se oponían a los cambios que el liberalismo introducía, sobre todo en la propiedad colectiva. También encontró apoyo en los artesanos, la pequeña nobleza, parte de la jerarquía eclesiástica y del bajo clero. Desde el punto de vista geográfico, el carlismo se extendió por Vascongadas, Navarra, Cataluña, Aragón, Valencia, Galicia y Castilla la Vieja.
            La Primera guerra carlista (1833-40) concluyó  con el triunfo de los partidarios de Isabel II, lo que no evitó, sin embargo,  la  división de  los liberales durante su reinado:  liberales moderados, que aceptaban la soberanía compartida entre la Corona y las Cortes y sufragio censitario muy restringido, liberales  progresistas que rechazaban la intervención de la Corona, defendían que la soberanía debía residir sólo en las Cortes, proponían un sufragio  más amplio, y garantizaban las libertades individuales, y liberales radicales que defendían la soberanía nacional plena, la ampliación sustancial del sufragio, y abogaban por la participación popular en el gobierno local y provincial y cuyo referente era la Constitución de 1812.
            (Explicar la labor legislativa de la Regencia de Mª Cristina, de la Década Moderada y del Bienio). Para concluir el tema, leed la conclusión final.
En conclusión, en el tercio central del siglo XIX (1833-1874) se produjo en España la construcción del Estado liberal. El triunfo del liberalismo  sería fruto de un compromiso entre las nuevas élites burguesas y las viejas élites políticas del Antiguo Régimen por lo que a lo largo del siglo XIX, el liberalismo español se mostró incapaz de establecer un Estado liberal sólido. La ruptura del liberalismo en dos tendencias o partidos irreconciliables, moderados y progresistas, que se disputaron el poder entre 1834 y 1874, no por medio de las urnas sino mediante el recurso a la fuerza, el pronunciamiento militar y la revolución popular, impidió la creación de un sistema político estable.

             

No hay comentarios:

Publicar un comentario